(A ti, San Valentín, mi viejo
amigo en el silencio eterno)
Han pasado muchas tardes, demasiadas. El camino ha sido largo, difícil, pero ha merecido la pena aunque también he ido perdiendo muchas cosas en su innumerables recovecos, amigos, seres queridos que se fueron diluyendo entre las sombras difusas del tiempo, sensaciones agradables que disfruté en la inocencia de mis primeros años,... Muchas cosas.
A ti, San Valentín, no te conozco personalmente, mas siempre te presentía, siempre te aguardaba detrás del poema o en el fondo de una lágrima de amor. Siempre me quedaba con las ganas de conocerte, de estrecharte cordialmente la mano agradeciéndote la dicha recibida. Aún te sigo esperando, como entonces, como siempre.