Escrirores en Red

sábado, 25 de julio de 2015

CADA MAÑANA

     Cada mañana se cuela por la ventana los nuevos colores del porvenir, las frescas fragancias de la naturaleza. El sol se abre paso e inunda mi paraíso blanco y se postra ante mi lecho para ofrecerme cuartillas nuevas en las que poder dibujar emociones intensas, versos prometedores que me lleven por desconocidos senderos. 

     Sus rayos azotan mi corazón, aún dormido, lanzándome con furia palabras desechas, deseosas por lanzarse al abismo y luchar, a muerte, con los diversos significados, han de buscar el sentido exacto para ir construyendo el poema, el rayo luminoso de la jornada que acaba de nacer.

     Tengo que levantarme pronto, poner los relojes en armonía, sus horas tienen que ayudarme a unir los trozos dispersos de palabras moribundas, es obligado limar las posibles asperezas para poder divisar los pasos exacto de una senda que huye, escapa hacia un destino incierto, es el único capaz de salvarme de las dolorosas garras de mi soledad.

     Es necesario partir, devorar cada segundo del tiempo y buscar entre las palabras, la esencia verdadera de la vida.

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