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sábado, 7 de abril de 2012

Las Novelas de Vicente Huidobro

     Vicente Huidobro (1.893-1948). Fue una figura clave en la vanguardia no sólo hispanoamericana sino, incluso, en la europea en la que no sólo colaboró activamente en la intelectualidad del momento sino que, incluso, se comprometió socialmente, por ejemplo, participó activamente en la guerra civil española en el bando republicano y, posteriormente, lo haría en la Segunda Guerra Mundial con los aliados. Muy pronto se trasladó a Paris en donde publicó varias de sus obras poéticas colaborando en publicaciones y en proyectos poéticos-literarios de gran repercusión y mantuvo fuertes disputas con otros poetas, conocido es su enfrentamiento con Pablo Neruda quien, al final, reconoció la valía de su compatriota. Visitó, en varias ocasiones, España en donde publicó varias de sus obras y difundió el Creacionismo, movimiento creado por el mismo, y que derivaría en el Ultraísmo. En nuestro país encontraría a Gerardo Diego y Juan Larrea como sus dos máximos seguidores y defensores a ultranza en sus agrias polémicas con otros creadores. 

     La producción literaria de Vicente Huidobro se divide principalmente en poesía, siendo su obra más conocida y, por tanto, más difundida Altazor, que se trata de un largo poema dividido en siete cantos, a través de los que trata denunciar la degeneración del lenguaje. Y su obra narrativa que abarca, sobre todo, sus novelas, que repasaremos a continuación, y varios manifiestos muy interesantes, así como una gran cantidad de artículos sobre aquellos temas que más preocupaban al poeta chileno. También escribió dos obras de teatro y tres cuentos diminutos.

     Las novelas de Vicente Huidobro son seis: Mío Cid Campeador (1.929), Cagliostro (1.934), La próxima (1.934), Papá o El diario de Alicia Mir (1.934), Tres inmensas novelas (1.935) y Sátiro o El poder de las palabras (1.939).

     Mío Cid Campeador es la primera novela de Vicente Huidobro, una obra de una enorme riqueza, frescura y magia, en la que nos ofrece una versión muy particular del héroe castellano desde una óptica contemporánea. El poeta construye la obra a base de instantáneas o estampas de la vida del héroe que van dibujando toda su existencia, desde su nacimiento hasta su muerte; el ritmo del desarrollo de los acontecimientos es trepidante. Ésta es una de las razones que distancia a esta obra de aquellas otras que tratan de la figura del Cid, tomadas muy en cuenta por el poeta que acude a diversas fuentes para diseñar su historia. Asume desde el prólogo de su Hazaña la creación de su propio Cid; el objeto de su creación será, como lo quiere su estética creacionista, un objeto plenamente creado, nuevo, original; nos ofrece un mapa histórico perfecto y, a la vez, complejo, estableciendo una sugerente relación entre aquella España medieval del héroe castellano y la contemporánea, que él conocía tan bien. Su principal objetivo era ofrecernos otra visión de la historia y explicar sus claves desde otra dimensión mucho más cercana en el tiempo. 

     Desde el plano del discurso narrativo la novela muestra una marcada tendencia creacionista, no sólo expresada en las imágenes con que se da cuenta de la realidad, sino en una serie de recursos que atentan contra la lógica de la "novela de novelistas". Estos recursos implican una ruptura con las convenciones narrativas, rompiendo los límites que separan el tiempo y el espacio de lo narrado con el tiempo y el espacio desde los que se efectúa la narración. La novela creacionista no conoce límites, el narrador puede participar activamente en los acontecimientos. Por este motivo, Mío Cid Campeador es un texto típicamente vanguardista, en el que alterna de una manera magistral la poesía y la prosa del poeta con grandes dosis, en muchos momentos, de su peculiar humor; para coetedianizar a su personaje el autor echa mano de su mejor sentido del humor con el fin de disipar la frialdad medieval que, por supuesto, está presente en unos capítulos muy concretos, pero el buen hacer del poeta chileno convierte esa frialdad y brutalidad con que se solían desarrollar los hechos en una simple anécdota.

      Cagliostro nos ofrece una biografía parcial del conocido mago del siglo XVIII, cuyo poder se ve neutralizado por la imposible relación sexual con su esposa; en este texto Vicente Huidobro ya no se vincula tan estrechamente con el protagonista, como hacía en la obra anterior, tampoco quiere desvelar ciertos datos del mago, como a qué secta pertenece. En ocasiones, incluso, se llega a producir una imbricación emocional entre autor y protagonista, lo que deja entrever un marcado contrapunto irónico. De este modo, se entiende y justifica el interés mostrado por el poeta hacia ciertas personas destacadas, interés que compartió, por ejemplo, con los surrealistas.

     Cagliostro es un texto muy de su tiempo gracias a su carga cinematográfica con todos los componentes que este nuevo arte que acababa de nacer arrastraba consigo, sobre todo, cuanto suponía de innovación. El poeta chileno comentó en varias ocasiones que se trata de una novela para ser "comprendida por los ojos", y a ello contribuye la utilización de "palabras de carácter visual". Esta obra comparte con Mío Cid Campeador huellas cinematográficas muy evidentes en las técnicas empleadas por el narrador. Ambas novelas estuvieron a punto de convertirse en película, pero no pudo ser: Mío Cid Campeador iba a ser protagonizada por el famoso actor norteamericano Douglas Fairbanks, y Cagliostro, a pesar de obtener un prestigioso premio al mejor guión cinematográfico, este éxito quedó totalmente eclipsado por el estreno del Cantor de Jazz, que supuso el nacimiento del cine sonoro.

     La próxima (Historia que pasó en poco tiempo más), como indica el subtítulo, es una novela de anticipación, que alude a la que, para entonces, sería la próxima guerra mundial, la guerra definitiva. Es la visión apocalíptica del protagonista, Alfredo Roc, de la Segunda Guerra Mundial. Vicente Huidobro construye una narración mucho más destructiva que las anteriores; se trata de un proyecto frustrado que responde a unas inquietudes del poeta ante unos acontecimientos bélicos e inminentes; esto le llevaría a escribir sus textos más depresivos y amargos, como Altazor, Temblor del cielo y esta novela, en la que plasma la situación mundial ante la incertidumbre de los hechos que se avecinaban. 

    Alfredo Roc crea en Angola una colonia a donde se lleva lo mejor de la humanidad, personas, tradiciones, cosas, etcétera, proyecto que, al final, se derrumba. En esta obra queda reflejada, en cierta medida, la biografía del autor pues nos remite a un antiguo proyecto de Vicente Huidobro de realizar un viaje a dicha colonia con varios de sus amigos, proyecto que, al parecer, no se llevó a cabo. Se trata de una novela de complicada y variada estructura, que plantea una dialéctica constante en el mundo representado y en el contenido discursivo del narrador. Todo está mediatizado por una estructura textual en constante transformación.

     En suma, La próxima es una novela con un gran contenido social que refleja la situación que rodeaba al poeta y a su intensa actividad en aquella época, constituye un ejemplo claro de la teoría creacionista que se puede apreciar perfectamente tanto en la estructuración del relato como en las características estilísticas de la novela.

     En Papá o El diario de Alicia Mir, de nuevo, encontramos reflejado al poeta chileno, sobre todo, su labor literaria y sus preocupaciones, así como sus inquietudes sociales y morales que trascienden a lo largo de la obra (ese aspecto literario volverá a aparecer en Sátiro o El poder de las palabras, aunque mucho más difuminado). El tema principal de la obra, la ruptura del matrimonio de los padres de la narradora y todos los problemas que acarrea, donde se pueden apreciar ciertas semejanzas con el poeta chileno, es una simple excusa utilizada por éste para plantear todas aquellas cuestiones que le preocupan y que le afectan muy de cerca, puesto que Fernando Mir es el propio autor con el que comparte, además de su actividad creativa, todas sus inquietudes. Está muy presente la ‘’egolatría’’ de Vicente Huidobro, aspecto que ha de ser entendido como ‘’un ejercicio de libertad’’ del protagonista, visto de este modo por ciertos sectores de la sociedad, postura no compartida por amplios sectores más conservadores donde prevalecían demasiados prejuicios.

     Los textos que se agrupan bajo el título de Tres inmensas novelas constituyen, sin duda, la obra más singular del poeta chileno, tanto por su forma como por su contenido, pues en ella se utiliza magistralmente el arte de la parodia con la finalidad de destruir las formas convencionales de narrar, dando lugar a la creación de una especie de antirrelato, a través del cual el autor ofrece sus propuestas. 

     Aunque la ironía del narrador se encuentre muy presente, como es bien sabido, en otros textos de Vicente Huidobro, en este caso concreto se pone de manifiesto, en grado sumo, desde el principio, puesto que ni la forma, ni el número, ni la extensión responden a lo que su título indica. El autor desvirtúa intencionadamente el contenido ya que, en realidad, bajo dicho título ofrece cinco (no tres) relatos breves e independientes, de seis a ocho páginas (por lo tanto, tampoco se las puede calificar de obras inmensas en el sentido estricto de la palabra), donde se nos sumerge en un género que no se corresponde con lo que, tradicionalmente, se entiende por novela. Pese a lo anterior, el adjetivo "inmensas" guarda relación con el contenido, pues "inmensas" etimológicamente significa "no medidas", que es lo que realmente son, no medidas (como novelas demasiado cortas; historias sin lógica narrativa o lingüística, es decir "sin mesura").

     Las tres primeras ‘’novelas’’ (creadas en colaboración con su buen amigo, el pintor y poeta Hans Arp) llevan el subtítulo cervantino de Tres novelas ejemplares. Las dos restantes, encabezadas con una carta de Vicente Huidobro a su amigo y antiguo colaborador donde le explica las razones de la incursión de los dos nuevos relatos, llevan el juguetón subtítulo de Dos ejemplares de novela; en realidad, son cinco juegos literarios con la intención de burlarse de las formas establecidas, como la novela policial, la novela histórica, la novela de aventuras y la novela fantástica. Con estos cinco textos el poeta chileno arremete contra todo encasillamiento, impugna cualquier concepto anquilosado, huyendo, en definitiva, de toda expresión manida, de toda expresión estereotipada. Constituyen, sin lugar a dudas, los textos en prosa en los se puede apreciar la línea más investigadora y vanguardista del autor; entre cada uno de los textos y el lector se establece, desde el principio, una relación expectante, sujeta a la sorpresa. Son relatos que avanzan por la superposición de hechos añadidos, más que por la realización consciente de un plan determinado. 

     En Sátiro o el poder de las palabras, su última novela, Vicente Huidobro tiene ya con una dilatada y fértil trayectoria como narrador logrando, en este momento de madurez, una obra dotada de gran ambigüedad, uno de los signos de la novela moderna. Es un relato inmerso en una atmósfera lóbrega que es fiel reflejo del estado anímico del poeta. Trata de la degeneración mental del protagonista, Bernardo Saguen, que asume su destino, y se autocalifica como un ser antisocial, un marginado que lucha por alcanzar la normalidad perdida y que le resulta imposible vencer su evidente realidad: su enfermedad, enfermedad que le va minando progresivamente. A partir de este momento, este individuo atormentado busca la plenitud por medio del amor y la poesía, intentando escapar de la tortura que encierra la injusta reprimenda recibida por la portera que, al verle con una niña a la que iba a comprar unos chocolates le grita ‘’Sátiro’’, palabra que le persigue hasta su propia destrucción. Sin embargo, fracasa tanto en el amor como en la escritura, sus dos posibles vías de escape y, finalmente, debe de asumir su papel de ser degradado y aceptar su verdadera identidad: un sátiro. Relacionado muy directamente con la palabra ‘’Sátiro’’, surge la imagen de la gruta que siempre aparece asociada a las niñas y que le conduce a ese estado de inconsciencia en el que la realidad se halla completamente diluida en el ensueño. 

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     Basándonos en la práctica novelística, se puede afirmar con conocimiento de causa que para el poeta chileno la novela no posee límites y, por ello, todas sus novelas parecen despreciar y parodiar las normas del género narrativo. Vicente Huidobro fue un convencido y estricto teórico de la poesía, despreocupado por la definición de la novela como género narrativo tradicional, puesto que no le interesaba ajustarse a los moldes rígidos y limitados. Lúcidamente el poeta chileno abogaba por el fin de un ciclo, el ciclo de la Modernidad, y anunciaba un momento diferente, dominado por la ciencia. Un ciclo en el que se pone en duda la necesidad de la poesía, un ciclo posmoderno en el cual, y esto el poeta no lo sabía aunque sin duda lo deseaba, su obra no perdería vigencia, sino, al contrario, sobreviviría como muestra del poder crítico de la creación literaria. No sólo sus libros de poemas, sino también su narrativa, a través de un proceso que, partiendo desde la vanguardia y pasando por el compromiso político-social, desembocan en los orígenes simbolistas, y representan el paso desde el ‘’poeta dios’’ al ‘’hombre demonio’’, desde la poesía creadora a la poesía desveladora, desde la eternidad del mito a la condición temporal del ser humano, la dialéctica eterna de la palabra y la acción, el quehacer poético y el compromiso contextual, asumiendo radicalmente, y en todo momento, el poder de las palabras.

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