Escrirores en Red

jueves, 3 de julio de 2014

LA SOBERANÍA POPULAR, LA ASIGNATURA PENDIENTE

     La Soberanía Nacional reside en el Congreso de los Diputados, cuyos miembros son elegidos en las urnas, ese es el cauce legal por el cual se deben regir los distintos partidos políticos que aspiren a tener voz en la política. Que hay que cambiarse la ley electoral, de acuerdo, pero por el momento hasta que no se produzca el cambio, esa modificación de la Constitución, que es algo más que un simple papelito como ha dicho Pablo Iglesias, el eminente profesor de Políticas que acude a las tertulias de su televisión dando lecciones Democracia y de Ética, pues hay que seguir y acatar esas normas de convivencia que hicieron y aprobaron todos los partidos políticos, gracias al buen sentido de estado de dos hombres claves en la transición, Adolfo Suárez, fallecido hace pocos meses, y Su Majestad Juan Carlos que, recientemente, ha abdicado en su hijo Felipe VI. Eso es lo que hay.

     Desde que el Partido Popular gobierna la izquierda, en general, se ha echado a la calle, sigue la conocida máxima que dijeron los socialistas que ‘’lo que habían perdido en las urnas lo iban a ganar en las calles’’, eso les lleva, en muchas ocasiones, a caer en contradicciones e incoherencias, pues apoyan a movimientos que, por ejemplo, cercan y agreden al Congreso de los Diputados donde, como hemos dicho anteriormente, reside la Soberanía Popular, lo que significa que esta gente va contra el pueblo, es decir, lo único que persiguen es acabar con lo establecido. Es decir, estos individuos son unos auténticos anti-sistemas. Lo que más llama la atención es que estas iniciativas tan democráticas que conllevan una serie de actos sumamente ejemplares, tales como quemar contenedores, destruir mobiliario urbano, agredir a la policía llegando, incluso, como se ha podido comprobar en recientes manifestaciones, a lanzar auténticas amenazas de muerte contra estos servidores del orden, tampoco hay que olvidar los escraches y actos semejantes, pues estos actos tan democráticos son defendidos, entre otros como Izquierda Unida, por el Partido Socialista, partido que ha gobernado durante tantos años y que, evidentemente, aspira a hacerlo en un futuro. Esta actitud no se comprende y más después del estado como dejaron España, en vez de adoptar una postura prudente. Lo suyo sería que tratará de ayudar al gobierno a salir adelante para recuperar la confianza perdida, hace precisamente lo contrario, se radicaliza y apoya semejantes iniciativas anti-sistemas y discursos demagogos que no se creen ellos mismos. 

     Estas fuerzas radicales, abanderadas recientemente por Podemos, partido creados por el mencionado Pablo Iglesias, que se gestó en las concentraciones del 15-M, afirman erróneamente que la voz de la calle es la voz del pueblo y, aprovechando los últimos acontecimientos, como la abdicación del rey, pretenden cambiar porque sí las reglas del juego.

    Están equivocados, y lo saben, la voz del pueblo reside en el Congreso de los Diputados y si alguien, como Don Pablo Iglesias, insisto, ese insigne profesor y pedagogo de Democracia y Civismo, pretende cambiar algún artículo de la Constitución Española, ese despreciable papelito, que luche por tener representación en el Congreso y consiga la mayoría o los apoyos necesarios con los que poder llevar a cabo todos los cambios que estime oportunos, que lo haga, ese es el cauce legal a seguir. 

     Por el momento, ese supuesto no se cumple, con lo cual Podemos y sus compañeros de algarabía no pueden hacer absolutamente nada.

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